martes, 6 de diciembre de 2011

Esta semana en AC: Ciclo de Fiestas en el Año

Esta semana pudimos descubrir en AC que en torno al año y a sus estaciones se desarrollan las fiestas litúrgicas. Las estaciones marcan un ritmo de vida. Se buscan los momentos de fiesta y se persigue que coincidan con la estación conveniente para su disfrute. El clima que se palpa en la celebración hace que el tiempo de celebrar sea distinto. De esta manera, se encuentra este tiempo feliz y gratificante.
Al observar este ciclo e investigar un poco sobre él, nos damos cuenta que hay dos factores que determinan el tiempo de la celebración. Ya hemos dejado claro que hay una relación constante entre las estaciones del año y las fiestas litúrgicas; ahora nos cabe comentar que el domingo es fiesta cristiana primando el hecho histórico aunque no dejando fuera el hecho cósmico. Se impone el ritmo repetitivo semanal, el cual es un ritmo lunar: es la fracción del período mensual determinado por ciclos lunares.
Aparece la celebración anual: la Pascua. Aquí también encontramos una ambigüedad entre el tiempo histórico y el cósmico. El año es un ciclo solar con cuatro estaciones. Los cristianos eligen la fiesta anual de resurrección en primavera. A esto se le añade el simbolismo de la luna llena.
La liturgia celebra en invierno el nacimiento de Cristo, hecho histórico que cósmicamente se entiende como "el verdadero Sol vence a la Tiniebla".

Ya sabemos que alrededor de la Pascua y Navidad se articulan otras fechas festivas, pero al haber leído sobre estas fiestas y el año litúrgico me he dado cuenta que en mi país natal se celebra el mismo calendario, con la diferencia de que no hemos tenido en cuenta las estaciones del año, a raíz de que en América conservamos una tradición que en su tiempo fue impuesta. Lo que realmente me apena es que en América aún hay gente realmente convencida de que Jesucristo nació un 25 de diciembre, "en verano".
Esto me hace plantear la falta de información que hay en mi tierra, y la que puede haber en el resto del mundo, sobretodo en países tercermundistas. Se me ocurre una utopía: Teniendo en cuenta que el hombre cambia las fiestas según la conveniencia económica, turística, social, etc., ¿por qué en Argentina no cogemos y le damos la vuelta al calendario? Que la Navidad no sea el 25 de diciembre, sino el 25 de junio; así podríamos atiborrarnos a chocolates, turrones y peladillas sin remordimientos...

Egle