Esta semana he aprendido que aún tengo mucho que aprender y que leer, vamos, que la ignorancia hace mella en mí y la verdad que en esta ocasión ha sido como una bofetada en la cara. No soy dueña del saber y no tengo amplios conocimientos de nada, pero al leer el texto de Prats, me di cuenta de que en esta época de consumo se nos cierran los ojos de una manera incomprensible. En ningún momento me paré a pensar en lo mal que se utiliza, repetidas veces el patrimonio cultural. ¿Como es posible que no nos demos cuenta que podemos perder nuestra identidad, identidad como pueblo, como ciudadanos de un lugar con unas tradiciones, unas costumbres y una naturaleza?
Creo que es urgente que en muchas localidades, pueblos, ciudades, etc, se planteen una nueva metodología de esos proyectos turístico-patrimoniales. Esta claro que el turismo beneficia al desarrollo económico, pero se debería tener especial cuidado de no caer en la banalidad, por dar un ejemplo que a simple viste se puede detectar, ¿os habéis dado cuenta de que las tiendas de souvenirs, son en casi todas partes iguales?, los organismos administrativos públicos o privados están tan pendientes de lograr crecimiento económico que no se dan cuenta de que no benefician a los ciudadanos, a la identidad de estos.
Esto me indigna porque el turismo es una actividad que busca fomentar la calidad de vida de las poblaciones, creando un sustento, pero dicho sustento depende del conocimiento y compromiso de preservar el patrimonio de tales pueblos. Me parece una aberración que no sólo transformen la realidad sino que además no protejan el patrimonio.
Con respecto a este tema sólo me queda decir que estoy avergonzada de no haberme dado cuenta de esto antes, siendo algo que lo tenemos frente a nosotros. Ojalá el consumismo no nos cegara de esta manera tan cruel, que lo que logra es callar al ciudadano y quitarle la voz crítica.
Egle
